Ruta marina desprendida de tu cuerpo

a la ciudad sin nombre

He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes y los males que más temí perder.
Olga Orozco

Ruta marina desprendida de tu cuerpo...

Eras ayer marea sonora conmoviendo la indecisión de mis pasos,
ciudad recibida y nombrada bajo la tímida esperanza de existir,
bajo la desnudez definitiva de perdurar tras el ritual desmenuzado.
Eras ayer la ilusión que aun respiraba al ritmo de caricias opalinas:
pétalos estridentes transmutando las ansias en deseo;
radiante instante, dolor suspendido:
horizonte al fin esbozado sobre el vendaval de oscuridades.

Era ayer la búsqueda vacilante de tu territorio sensible
fuera del laberinto de ausencias perpetrado en tu nombre;
del exilio cotidiano donde habías decidido amurallar tu piel y tu destino
hasta el tiempo que tu voz extranjera, estalló al otro lado del océano
y quedaron expuestas, luego del naufragio, las ignoradas sensaciones de tu ser.
Era ayer la sorpresa de la ternura descubriéndose: continente ofrecido a tus ojos;
cadena de oscuridades develadas en tus rodillas, en la niñez amordazada tras una puerta.
Eran entonces, los contrastes insoportables de un amor:
posibilidad negada de recibir, de aceptar la rosa y los tiempos de la compañía mutua.
Intento inútil de quebrar el lugar clandestino donde sucedía tu placer.

Eramos incierto presente desgranando la noche, la furia, el olvido...

Ahora, soy en soledad, quien entierra los rastros de tus gestos
bajo el sonido inconfundible de esta nueva voz que me habita.
Ahora, es el mar quien librado de tu recuerdo, abandona el puerto de tu rostro
y vira su luna hacia la inmensidad de las mañanas que esperan.

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Ref. pintura:
Vicent van Gogh - El mar cerca de Les Saintes-Maries